dilluns, 13 d’abril del 2009

Cròniques des d'Estrasburg

Fa poc vaig reproduïr un petit escrit d'En Jordi Calvo, un company del Centre Delàs de Justícia i Pau que ha estat a Estrasburg amb motiu de les protestes per la celebració de la cimera de l'OTAN amb motiu del seu 60 aniversari. Veig que està publicant una crònica sobre l'estada i crec que val la pena saber-ne més, si més no, no serà la crònica fastigosa que han fet la majoria de mitjans de comunicació:

Crònica de Estrasburgo (1): Paz y Violencia

Hoy, recién llegados de Estrasburgo, la primera crónica puede ser el comunicado de los que hemos participado en las protestas contra la OTAN estos días:

“Nuestras acciones contra la política militar agresiva de la OTAN durante su 60 aniversario celebrado del 1 al 5 de abril, formando parte de la semana de acción global del Foro Social Mundial propuesta en Belén (Brasil) las consideramos positivas, pese a las constantes y evidentes obstrucciones que hemos encontrado para un normal desarrollo de nuestras acciones de protesta pacífica.

Dentro de la campaña “No a la OTAN, no a la guerra”, alrededor de 30.000 personas, según el comité organizador internacional, se han manifestado y participado en las conferencias internacionales, acciones de desobediencia civil y en el campamento de activistas, tanto en Estrasburgo (Francia) como en Kehl (Alemania).

Consideramos todo un éxito que por primera vez miles de activistas del movimiento por la paz de todos los países de la OTAN se hayan unido, para pedir la democratización y desmilitarización de las relaciones entre las personas, con la alternativa de usar nuevas formas de cooperación pacífica entre los pueblos. El rechazo de la violencia por la gran mayoría de los miembros de la campaña y de los manifestantes ha sido evidente en todo momento, mostrando su rechazo a la violencia proveniente tanto por parte de algunos manifestantes como de la policía. Los participantes en Estrasburgo consideramos que el único camino para pedir un mundo en paz, sin guerras y sin OTAN son los medios pacíficos y noviolentos.

Ha sido evidente que el gobierno francés y alemán, han tratado de atemorizar a sus propios ciudadanos y a todos los manifestantes llegados de todas partes. Ésta es la única explicación a la masiva obstrucción a la participación en las protestas a la gente que vive en la región, la también masiva presencia policial, el cierre de las fronteras y la invalidación del tratado Schengen. Los derechos democráticos a la manifestación, reunión y protesta democrática fueron claramente vulnerados, con la obstaculización a un desarrollo normal de una manifestación por la ciudad de Estrasburgo, y un campamento y centro para las conferencias en un lugar digno y accesible de la ciudad.

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La nueva “OTAN global” amenaza todo el mundo porque se trata de una organización de carácter belicista, que incrementa el peligro de nuevas guerras con sus intervenciones militares por todas partes. Además, se trata de una organización no democrática que ha amenazado la democracia apoyando a regímenes dictatoriales (como la dictadura neofascista de Portugal y la dictadura de los coroneles de Grecia).

Tampoco se ha de olvidar que cuando se quedó sin enemigos, con la caída de la Unión Soviética, cuando tendría que haber desaparecido, se han inventado un objetivo estratégico que les garantiza trabajo por mucho tiempo: se trata de la guerra contra el terrorismo, que hoy por hoy les sirve para justificar su intervención en Afganistán. El aumento de 5.000 soldados, comprometido por los miembros de la OTAN en Estrasburgo, es superior a los 4.000 que recientemente pidió los Estados Unidos con motivo de las elecciones afganas. El gobierno español, cumpliendo todos los pronósticos, sigue su estrategia de militarización de sus relaciones internacionales y ha prometido el envío de 450 soldados más, lo cual prácticamente duplicará la presencia militar española en la guerra de Afganistán.

Por otra parte, el elevado gasto militar de la OTAN, que supone el 67% del gasto militar mundial, impulsa nuevas carreras de armamento, y es directamente responsable del incremento de los gastos militares de los gobiernos de sus miembros y de los que se sienten amenazados por sus intervenciones; por esta razón es responsable también del impulso de la industria y el comercio de armas mundiales.

Es por todo esto que nos hemos manifestado el 4 de abril, para proponer respuestas políticas y pacíficas a los conflictos internacionales, por el desarme, el fin de la pobreza, la protección del medio ambiente, la justicia social y el respecto de los derechos humanos. Queremos que los presupuestos militares se reduzcan de manera considerable para transferir estos recursos a la solución de los problemas de la actual crisis global.

Nuestra participación en la celebración del aniversario de la OTAN y las actividades realizadas en otros lugares del mundo (Estados Unidos, Turquía, Chipre, Argentina, Cataluña,…) son el inicio de futuras acciones contra la OTAN en 2009 y los próximos años. Continuaremos nuestra cooperación, contra la guerra, los estados autoritarios y la OTAN.

60 años tras su fundación, 20 años tras el fin de la guerra fría, decimos no a la OTAN como requisito por tener un mundo sin guerras, en paz, con justicia, solidaridad y democracia”.

Crònica de Estrasburgo (2): Violencia y antiglobalización

La Semana de Acción Global contra la guerra y la crisis, convocada del 28 de marzo al 4 de abril, puso a prueba a los diversos movimientos sociales y en particular al mal llamado movimiento antiglobalización. La prueba consistía en medir sus fuerzas en lo que se refiere a su visibilidad en contraposición a las fuerzas de los poderes establecidos, que controlan las instancias políticas, los medios de comunicación y poseen la legitimidad del uso de la violencia.

Los movimientos sociales se han intentado organizar para hacer lo que más saben y lo que principalmente les dejan hacer, que es salir a la calle. Las citas mayoritarias fueron las de Londres contra el G-20 y las de Estrasburgo y Kehl contra la OTAN. Las dos se caracterizaron por una amplia capacidad de convocatoria, que consiguió llenar las calles de decenas de miles de manifestantes. El rechazo popular a los grupos de poder antidemocráticos como el G-20 o la OTAN consiguió ser visible, salió en los medios de comunicación y los jefes de estado reunidos en Gran Bretaña y Francia fueron más que conscientes de su existencia y de sus reivindicaciones. Sin embargo estratégicamente, el sistema supo aprovechar la situación, como de costumbre, para que la visibilidad de los movimientos sociales apareciera vacía de contenido y repleta de formas violentas, que desvirtuaran su mensaje.

La manipulación de los movimientos sociales por parte de las autoridades políticas fue asombrosamente evidente en Estrasburgo, donde en el análisis de los hechos violentos allí ocurridos no hay quien no mencione la responsabilidad compartida tanto de políticos y policía, como de los minoritarios manifestantes violentos -que son quienes coparon los titulares en los medios de comunicación. El boicot a la organización de la campaña “no a la OTAN, no a la guerra”, por parte de las autoridades francesas llegó a tal extremo que sólo permitieron que hubiera un campamento de acogida de los manifestantes llegados de toda Europa en las afueras de la ciudad, un centro donde realizaron sus conferencias también en las afueras -y a 6 Km. del mencionado campamento- y un recorrido de la manifestación a 9 Km. del campamento, en el barrio más pobre de la ciudad, donde se entremezclan una minoría de viviendas con empresas y naves industriales; todo ello con los servicios de transporte público totalmente suspendidos entre los lugares donde se preveía que se darían lugar las actividades de protesta contra la OTAN. La estrategia de invisibilización fue tal, que la policía francesa se encargó durante varios días de ir casa por casa para obligar a quitar las banderas por la paz que algunos ciudadanos de Estrasburgo pusieron en sus ventanas y balcones. Pero no quedó aquí la cosa, sino que se fue más allá, y lo que podría haber sido una manifestación que pasara desapercibida, fue gestionada de tal forma que se consiguió lo que parecía imposible, hacer pensar al resto del mundo que quienes en Estrasburgo se dieron cita para protestar contra la OTAN, principalmente movimientos pacifistas y noviolentos, eran una avalancha de violentos jóvenes encapuchados vestidos de negro, armados hasta los dientes, capaces de quemar un hotel. Indudablemente los jóvenes violentos estuvieron presentes, desgraciadamente para quienes no creemos en la violencia en ningún caso. El rechazo a su violencia fue tal que incluso en un momento dado se creó una cadena humana para bloquear el acceso de los violentos a la zona donde trataban de reunirse quienes pretendían manifestarse pacíficamente. Además, muchos son los interrogantes sobre la actuación policial que, para sorpresa de la mayoría, permitió que estos jóvenes hicieran destrozos frente la atónita y triste mirada del resto de manifestantes, sabedores de que así la imagen de todo el movimiento pacifista se iría al traste. Sobre policías infiltrados entre los jóvenes de negro, -con roles sospechosamente violentos-, y sobre el hotel quemado, las sospechas van más allá y probablemente nunca sepamos la verdad.

Esta semana estaba en juego la democracia y el estado de derecho en el que en Europa se nos asegura que vivimos, pero que me permito poner en duda, a tenor de los acontecimientos de los últimos días. El derecho a manifestación y reunión, así como la libertad de movimientos, han sido vulnerados al antojo de las autoridades, con el objetivo de criminalizar a los movimientos sociales, una estrategia que ya viene de largo. Cuando a quien hay que criminalizar es a los violentos, se encuentren entre manifestantes, policías, en el G-20 o en la OTAN.