Aquells dies no sols Francisco Javier va morir lluitant per les llibertats. Van morir més persones.
Per tots ells i contra l'oblit reproduexo un escrit del Pau Gomis, un company de la Coordinadora. Tots dos, en col·lectius diferents, vam viure aquells dies i ell ho recorda i expresa força més bé.
¿Donde coño habéis puesto los muertos?
Una vez más caigo en la pretenciosa tentación de escribir sobre el pasado. Sobre lo que ya no es. Precisamente por ello, porque no existe y parece que nunca haya sucedido. Porque es muy reciente para hablar de historia, y como aún quedamos algunos vivos, no lo voy a referir como tal.
Han pasado más de 30 años, y mi deseo es conservar la suficiente visceralidad, entusiasmo y convicción. Los años convulsos, de lo que se ha dado en llamar transición, además de dejarnos una democracia de mierda, un monarca no deseado y una amnesia generalizada, nos dejaron un reguero de detenidos, torturados, encarcelados, apaleados, muertos, suicidados... y todos ellos con carácter anónimo. Cada manifestación tenía su muertito, que después ocupaba un pequeño rincón en las páginas de la prensa. Muertes pequeñas, luchas pequeñas que conformaban un todo de horizontes revolucionarios. Y todo ello vivido en una ciudad de provincias, Tarragona, visto por los ojos de un adolescente militante trotskista.
Espero tener memoria suficiente para referir, primando el rigor emocional al histórico, lo que representaron aquellos años, desde 1975 a 1980. No quiero llenar las páginas de datos, no tengo los recursos intelectuales, ni materiales, para hacerlo, más bien deseo que estén repletas de jornadas de 26 horas, de improvisadas e interminables asambleas, de manifestaciones con autodefensa, y de comités, muchos comités, que se organizaban por todas partes: de jóvenes, de barrio, de fábricas, de estudiantes, de artistas, de técnicos. Páginas llenas con nuestras canciones, nuestro lenguaje (a nadie se le insulta hoy llamándole revisionista) y, sobretodo, nuestro deseo de hacer la revolución. Porque la revolución no era un sueño, si no una realidad que veíamos acercarse a pasos agigantados, y que pronto se encargaron de truncarla, con los múltiples pactos de conformidad y rendición, en un hábil ejercicio de responsabilidad y reparto de poder por parte de los sectores mayoritarios de la izquierda y los restos, completamente vivos aún, del régimen fascista.
Y textos, innumerables textos. A todas horas leyendo, muchas ganas de formarse, aunque a veces no entendíamos el significado de lo que leíamos. La ponencia oficial, la de la fracción y la de la tendencia, típico de los trotskistas, discusiones políticas, con un nivel de conocimientos que hoy en día no he vuelto a encontrar en las movilizaciones en las que he participado. Demasiado Internet. Debates, prácticamente ininterrumpidos, que duraban días para definir el modelo de sociedad post- revolucionaria, como sería la dictadura del proletariado.
Quiero llenar estas hojas de pintadas, cócteles molotov y citas de seguridad, a la que siempre fallaba alguien, provocando el desasosiego general. Montañas de documentos, vietnamitas que se escondían en lugares insospechados ante la noticia de detención de algún camarada o la amenaza de una redada preventiva.
Historias de un pasado reciente, del que quedan muchos protagonistas que no se subieron al tren del pelotazo y del amiguismo. Un pasado que, a veces, nos hemos empeñado en olvidar, sobretodo cuando vemos a miembros de nuestra generación subidos en el carro de los “triunfadores”. Ni tan siquiera nos pudimos dedicar a ganar dinero, pues teníamos la conciencia izquierdista que no nos lo permitía, o sencillamente el cuerpo deshecho por las drogas que nos hicieron olvidar las derrotas sufridas.
Si escribo sobre esto no es con ánimo de revancha. Más bien es por necesidad, para olvidar el miedo que pasé cada vez que fui detenido. La posibilidad de ser un muerto más en la siguiente manifestación, o a ser una victima de las amenazas proferidas por la triple A (Alianza Apostólica Anticomunista), siempre pendía sobre nuestras cabezas.
¿Qué lleva a un escritor a escribir sobre una cosa y no sobre otra? No sé si yo soy el escritor, pero escribo historias que vosotros habéis protagonizado, que ya existían por si solas, yo solo pongo una palabra detrás de la otra, y si lo hago quizás sea para sacármelas de encima. Lo que pudo haber sido y no fue, esa sensación de derrota que me seca la boca y me pone de mala leche cada vez que analizo la coyuntura actual.
Es quizás por esto, que han pasado más de 30 años desde las primeras elecciones, más o menos democráticas, se habla en todos los medios de los protagonistas de la transición. Adolfo Suárez, el rey. Santiago Carrillo e incluso Fraga Iribarne. Nadie recuerda el centenar largo de muertos en manos de las Fuerzas de Orden Público, y la extrema derecha protegida por jueces y policía, durante este período. Exceptuando algunas conmemoraciones, introducidas casi con calzador en el imaginario popular, como la de los obreros asesinados en Vitoria o los abogados laboralistas de Atocha, el dolor de este centenar de familias, la vida de estos jóvenes, la mayoría de los muertos rondaba la veintena, se pierde en el marasmo del anonimato y el olvido intencionado.
En la mayoría de los casos no ha habido reparación alguna, ni histórica ni económica. Mucho menos el reconocimiento por parte de ninguna autoridad. Por eso vamos a decir sus nombres. Quienes eran y como murieron. Porque no tenemos ningún lugar donde ir a llorarles u honrarles. Para que no se pierdan, y sus nombres, al menos, sigan siempre vivos en la memoria colectiva de los revolucionarios.
La última borrachera de sangre de la dictadura fue el 27 de setiembre de 1975, con las ejecuciones de Juan Paredes Manot, “Txiki”, Ángel Otaegui, Ramón García Sanz, José Luis Sánchez Bravo y José Humberto Baena. Los dos primeros miembros de ETA y los otros del FRAP. Pero la monarquía inicia su espiral de muertes el 24 de febrero de 1976. El obrero Teófilo del Valle muere por disparos de la Policía en el transcurso de una protesta de los trabajadores del calzado en Elda (Alicante).
El 3 de marzo en Vitoria son abatidos cinco obreros (Pedro María Martínez Ocio, trabajador de Forjas Alavesas, de 27 años, Francisco Aznar Clemente, operario de panaderías y estudiante, de 17 años, Romualdo Barroso Chaparro, de Agrator, de 19 años, José Castillo, de Basa, una sociedad del Grupo Arregui, de 32 años. Dos meses después moriría Bienvenido Pereda, trabajador de Grupos Diferenciales, con 30 años), por disparos de las fuerzas del orden, que participaban en una asamblea en la Iglesia de San Francisco de Asís.
Dos días más tarde en Tarragona muere Juan Gabriel Rodrigo Knajo, cae de la cornisa de un edificio mientras huía de la policía. Se celebraba una manifestación espontánea por los asesinatos de Vitoria. La manifestación se había iniciado en la refinería, entonces en fase de construcción, con una marcha de los obreros, por la carretera, hasta el centro de la ciudad.
El 8 de marzo Antonio Ferrero, cae en Basauri por disparos de la Guardia Civil. Tenía solo 18 años.
El 23 de marzo un comando parapolicial ametralla a Tomás Pérez Revilla, en San Juan de Luz.
El 9 de mayo Aniano Jiménez y Ricardo Pelejero mueren en Montejurra por disparos de los ultradechistas.
8 de julio. María Norma Menchaca de 44 años, muere de un fatal disparo tras una manifestación pro amnistía, en la que no había participado, en Santurce. Los asesinos eran conocidos ultradechistas que actuaron con la connivencia policial.
El 13 de agosto mientras pintaba: “PAN, TRABAJO Y LIBERTAD”, muere Francisco Javier Verdejo de 19 años, en Almería. Le dispara una patrulla de la Guardia Civil.
8 de setiembre en Fuenterrabía, muere Jesús Mª Zabala en el transcurso de una manifestación pro amnistía. Los disparos son efectuados por agentes de la Guardia Civil.
El 22 de setiembre en La Laguna (Tenerife) la policía mata por equivocación al estudiante de 21 años, Bartolomé García Lorenzo. Los hechos transcurren durante el asalto a un domicilio en busca de un delincuente común. Huelga decir que se equivocaron de piso.
El 27 de setiembre es asesinado en Madrid Carlos González Martínez. Los hechos ocurren durante el transcurso de una manifestación para conmemorar el primer aniversario de los fusilamientos. Curiosamente el fallecido no participaba en ella. Los disparos los efectuaron miembros de los “Guerrilleros de Cristo Rey”.
28 de noviembre, un guardia civil de paisano dispara al joven José Javier Ruin de 19 años, en el interior de una discoteca, en Santisteban (Navarra).
El 20 de diciembre, para cerrar 1976 con dolor, fallece en un hospital de Madrid el joven Ángel Almazán Luna, como consecuencia de los golpes recibidos de la policía, durante una manifestación a favor de la abstención en el referéndum de la Ley para la Reforma Política.
23 de enero de 1977 Arturo Ruiz es asesinado en Madrid por la ultraderecha, en el transcurso de una manifestación.
El 24 la policía mata en Madrid a Mari Luz Nájera, en otra manifestación. Los fascistas asesinan a cinco abogados laboralistas en la calle de Atocha, donde tenían el despacho.
Durante el mes de mayo la semana pro-amnistía en Euzkadi deja un reguero de cinco muertos.
20 de setiembre, explota una bomba en la revista de humor satírico, El Papus, matando al conserje Juan Peñalver. Los humoristas escriben con tinta, los fascistas con sangre.
El 8 de julio de 1978, durante los Sanfermínes de Pamplona, la policía ataca a la multitud con fuego real matando al joven militante trotskista Germán Rodríguez. El día 11 en Donosti otro muerto en las protestas por la actuación policial en Navarra.
30 de setiembre es asesinado Antonio Carrión, mecánico de 42 años, por los ultraderechistas.
30 de octubre, atentado contra el diario El País, fallece un trabajador.
El 3 de junio de 1979 la joven Gladis del Estal, fallece en el transcurso de una manifestación antinuclear.
El 14 de agosto el trabajador Emilio Fernández Castro de 36 años muere por la paliza que le propina la policía nacional durante las fiestas de Monforte de Lemos.
El 1 de setiembre el joven de 18 años Ignacio Quijera muere por disparos de la policía en una manifestación pro-refugiados vascos en Donosti.
1 de febrero de 1980 un comando de ultraderecha asesina a la estudiante Yolanda Gonzalez.
28 de agosto atentado del Batallón Vasco Español, muere Jesús María Etexbeste.
El día 30 del mismo mes Ángel Echaniz es asesinado por un comando en Ondarroa, era militante de Herri Batasuna.
No es mi intención cerrar el círculo en 1980, pero había que hacerlo en algún punto. Me dejo nombres, me faltan datos, pero me sobra intención. Para los nombrados y los no nombrados, para los que dejaron sus vidas en las calles. Para los que poblaron cárceles y manicomios. Para los que la vida les supero y cayeron en las drogas, la desesperación o el suicidio. Para los que no lo han dejado y mantienen viva la ilusión. Para los que lo dejaron y han vuelto. Para… no olvidar.
Pau Gomis
4 comentaris:
interessant escrit ... salut tio bueno
Josep M. m'has tocat la fibra, als fets de la mort del tarragoní al antic carrer dels Hermanos Landa, un servidor hi era manifestant-me, va ser esgarrifós, si fins llavors tothom pensava que era un joc, vam veure que anaven a per totes aquests fills de puta
salut !!
no pedia mucho este Verdejo... solo pan, trabajo y libertad.
¡Que humilde!
ELS MORTS DE AHIR,QUANTS RECORDS.PERO LO PITJOR,ES QUE ARA SEMBLAR QUE FAN NOSA.QUIN FASTIC TOT PLEGAT. JUGANT AMB BCN.......
EP! AIXO NO ES UN ANONIM
Publica un comentari a l'entrada