La ruta 6 bordea el muro entre Qualqiria y Tulkarem. Del lado de la autopista apenas se puede ver una valla metálica, coronada con alambre de espino, que remata una sospechosa elevación de terreno, hábilmente cubierta de diferentes matorrales y plantas que le proporcionan un aspecto natural. Hay que hacer un esfuerzo visual para imaginar la cruda realidad del muro que se desarrolla justo por detrás: ocho metros de hormigón que encierran literalmente a los habitantes de esas dos ciudades y de los pueblos aledaños. De cuando en cuando, uno acierta a ver la parte superior de alguna de las torres de vigilancia que jalonan todo el perímetro del muro. Los dispositivos electrónicos, sensores y demás artillería tecnológica quedan sencillamente fuera del alcance del más minucioso observador que circule veloz por la autopista. Del interior del espacio cercado sobresalen los minaretes de las mezquitas...
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El lago Tiberiades, famoso por las andanzas de cierto individuo sobre su superficie, esta situado a 221 m. debajo del nivel mal y actualmente esta totalmente rodeado de territorio israelí.
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Antes de tomar la carretera que asciende rápidamente hacia los Altos del Golan, se puede observar a la derecha de la misma la valla que delimita la frontera con Jordania. Los continuos avisos alertando de la existencia de campos minados, los carteles prohibiendo las fotografías, las casamatas aparentemente abandonadas y la ineludible inmanencia del alambre de espino ilustran acerca de la precaria paz que mantienen estos dos estados desde hace mas de 30 años.
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Un poco mas al norte, en la frontera con el Libano a la altura de la ciudad de Metula, la valla fronteriza ha dado paso una doble barrera de mayores dimensiones y tal vez electrificada, por cuyo interior transcurre una carretera donde es frecuente observar el paso de vehículos militares a toda velocidad. Es constante también la presencia de soldados pertrechados de equipos móviles de comunicaciones, además de su armamento reglamentario. Hace un año, volaban por encima de estas líneas cohetes Katiuska con destino improbable a las cercanas ciudades de Qiriat Shemona y Metula. Aun así, comiendo hoy en un restaurante de esta ultima ciudad, no parecía que los escasos habitantes anduvieran muy preocupados. La ceguera colectiva ante el conflicto que se palpa en ciudades como Tel Aviv parece extrañamente trasladarse a zonas (no tan teóricamente como se creería) mucho mas candentes.
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Vuelta al encuentro con el mar bordeando la frontera libanesa. Llama la atención la carretera de montaña que allí nos lleva. Esta excelentemente pavimentada y su anchura supera con mucho la que seria habitual en sus equivalentes españolas. Sin embargo, atraviesa zonas aparentemente poco pobladas y la circulación es escasa. La sospecha que tenemos acerca de la solución a esta contradicción nos las zanja de golpe nuestra guía: fue concebida para y es habitualmente usado por convoyes militares.
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Frecuentes artefactos bélicos asoman por las cercanías de las rutas recorridas. Lenguaje visual, le llama nuestra guía. Son las piezas (carros de combate, ametralladoras pesadas) perdidas por los ejércitos enemigos en 60 años de guerras. Un sutil recordatorio de quien manda en esta zona del mundo. Mas adelante, volverá sobre esta expresión para referirse a las casas derrumbadas por el paso del tiempo y que tuvieron que ser abandonadas por sus antiguos moradores cuando el ejercito israelí ocupo sus tierras.
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Israel no puede consentir a los sirios encimas de su cabeza. Al escuchar esta frase, uno entiende la obcecación israelí en mantener ocupados los Altos del Golan, franja de tierra escasamente productiva que pasa por ser la madre de todos los problemas en la relación entre Israel y Siria.
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Trabajadores tailandeses se ocupan de las enormes extensiones de tierra que se extienden ante la vista en los lugares aparentemente más infértiles de Israel. Fueron traídos para sustituir a los palestinos de los territorios ocupados cuando, a partir de los acuerdos de Oslo, les fue primero obstaculizada y después prohibida la entrada en Israel para trabajar la tierra o construir las casas. Es extraño atravesar los campos de cultivo y no ver pueblos en las cercanías donde habiten aquellos que están a cargo de su cuidado. La explicación que nos ofrecen (la agricultura esta altamente tecnificada y se explota de forma capitalista) nos deja muchas dudas en el aire...
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