Viernes, 20 de julio
Aun quedan miembros de las diferentes misiones que la ONU ha ido desplegando por Jerusalen en los últimos sesenta años. Aunque parezca mentira, se siguen viendo por las calles sus vehículos blancos con las siglas pintadas en negro: UN. Para algunos estas son, en cambio, las iniciales de United Nothing.
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A tiro de piedra de la principal arteria comercial de Jerusalen, la calle Ben Yehuda, se encuentran los restos de un cementerio musulmán, que ocupan una extensión comparable a la de un par de manzanas de l'Eixample. Nos llama la atención que haya sido salvaguardado de la vorágine inmobiliaria que también azota a esta ciudad, aunque su aspecto descuidado nos da a entender que no es precisamente una presencia demasiado agradable. Al preguntar a nuestra guía como Israel ha respetado este recinto en un lugar tan codiciado, la respuesta vuelve sobre el tema de la imagen: manteniendo un cierto respeto sobre este camposanto situado en la zona mas visitada y, sobretodo, visible de Jerusalen, el gobierno adquiere un plus de legitimidad internacional y de magnanimidad, que es utilizado para seguir haciendo de las suyas en los márgenes invisibles de la realidad: los barrios árabes y los pueblos ocupados, sin ir mas lejos.
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Este mediodía hemos asistido a la concentración semanal que Mujeres de Negro viene realizando desde hace ya 19 años para denunciar, entre otras iniquidades, la ocupación israelí de Palestina. Unas 25 valerosas (justas las llamo Mario Vargas Llosa -ya lo se, un cerdo- en una serie de ocho meritorios artículos sobre Israel y la ocupación de Palestina que publico El País en 2005) activistas protestan durante una hora armadas con carteles y pancartas, y reciben sin inmutarse el coro de lindezas que les profieren los iracundos automovilistas que las contemplan y, todo hay que decirlo, también alguna cariñosa palabra de apoyo. Carlitos se ha encargado de llevar la contabilidad de unos y otras. La goleada ha sido de escándalo: 15 a 3 a favor de los que las insultan. Eso si, si tenemos en cuenta también los toques de claxon que han sido debidos al peculiar uso que los israelíes le dan mientras conducen, no hay duda. La indiferencia ha ganado clamorosamente.
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